El Porvenir


30 Agosto 2016   Eduardo Llano

Opinión

A principios de los 80´s, en un mal negocio, mi papá compró una finca de dos plazas en la vereda Corrales, en la vía que conduce de Piendamó a Morales, Cauca. Decidió ponerle por nombre “El Porvenir”.

Para esa época yo tenía unos 4 años, pero recuerdo muy bien que “La Finca” se volvió el tema central de la vida de mi papá.

Él, mis hermanos y yo, viajábamos por más de 3 horas desde Cali hasta Piendamó, casi todos los  fines de semana, para ayudar con la construcción de un camino de piedra y lo que sería una pequeña casa de descanso.

En esos viajes tuve por primera vez conciencia de lo que era la guerrilla. Recuerdo sentir el miedo en cada retén, pensando en que podrían ser “los Muchachos”, como se les llamaba en ese entonces en esa zona a los guerrilleros.

Mi papá, que en su juventud había sido militar, tenía obvios motivos para desconfiar de “los Muchachos”, pero en su conciencia y en medio de la tremenda pobreza del campo caucano, daba razón a muchas de las causas de su existencia.

Años duró la construcción de la casa, y cuando al fin estuvo lista, fue el lugar favorito de mi papá en todo el mundo. Con el tiempo, ir a “la finca” se convirtió en una actividad tediosa que mis hermanos y yo evadíamos en lo posible.

Cuando mi papá regresaba cada domingo en la noche con bultos de naranjas, plátanos y café que daba esa tierra, yo me alegraba, pues una vez más volvía sano y salvo de lo que se consideraba entonces como zona roja guerrillera.

Exprimí cientos, tal vez miles, de esas naranjas a lo largo de los años para hacerle jugo a mi papá, por alguna razón eso lo hacía feliz. Finalmente cuando él murió en diciembre del 94, decidimos enterrar sus cenizas en esa tierra.

Pronto nos dimos cuenta que “La Finca” no daba sino gastos y problemas. Como pudimos la sostuvimos hasta el año 2005, cuando mis hermanas y yo decidimos malvenderla. Estábamos cansados de mantener a un agregado al que, extrañamente, nunca se le daban bien las cosechas y siempre necesitaba más dinero. Pero un argumento que pesó mucho en la decisión fue la guerra intensa entre el Estado y la Guerrilla, de la que Piendamó y Morales hasta hace muy poco fueron repetidos escenarios.

Hoy cuando la paz con “los Muchachos” de las FARC es un hecho, pienso mucho en lo feliz que estaría mi papá, en lo mucho que luchó por esa tierra, en lo bonito que sería hoy estar celebrando con él la esperanza que nos hace soñar con “El Porvenir” de una Colombia en paz.

Dedicada a Arnoldo Llano González.

 


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Escrito por


Eduardo Llano Camacho

Eduardo Llano Camacho

Librepensador:. Practicante de Ho'oponopono. Lector del I-Ching. Asesor en Política. Comunicación. Estrategia. Exopolítica. Marketing Político-Social-Comercial y de Inclusión. Escritor de opinión y #Microcuentos.

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